martes, 7 de marzo de 2017

Glosario.

Leia: Te amo.
Han: Lo sé.
A quien corresponda:
Nunca me rompieron el corazón. Es un dolor al que algunas veces deseè llegar, la burguesìa del “Si alguien lo quiere, yo lo quiero” me ganó màs de una vez el pensamiento. Pero nunca, me rompiorn el corazón. Por lo tanto: Si vas a hacerlo, vas a ser la primer persona, es decir. 

Fase Carlos De Gales: Fijate, pero fìjate bien, de tener el poder de llegar a lastimarme. Fijate si alguna vez tuviste el poder de hacerle a mi alma un mimo siquiera, ahora bien, ya detectado esto podemos seguir con la siguiente fase a la que llamaremos “Fase Marie Curie”

Hacelo arriba de un escenario, cerrá el Colón para esto. Poné un espiral anti mosquitos, amo pofundamente este olor, y es de esos olores a los que uno se pregunta si está bien quererlos, como el de la nafta, como el del esmalte. Pero vos poné un Espiral, tal vez así el olor lo empiece a asociar con dolor y pueda que me deje de gustar. Dejame el día de mi cumpleaños, es la única fecha que realmente me importa y en la que me siento una astronauta mágica. Traeme una torta mitad Lemon-pie mitad Chocotorta, que son mis preferidas y una velita con purpurina, por cada año que esté cumpliendo. En vez de cantarme el feliz cumpleaños entrá tarareando uno de mis temas. Con la única luz de las velitas encendidas y tus brazos extendidos con los codos trabados y la torta en la mano… Vos desde la primera butaca y yo en el proscenio. Decime fuerte y claro “Tenemos que hablar” y antes que yo entienda lo que estás por hacer decime que pida tres deseos. Al momento de apagar las velitas encargate de que esté sincronizado y se encienda sobre mí un cenital azul, subí lento las escaleritas hasta el escenario, bajo la luz azul y con la torta en la mano ofreceme un pedazo de torta y vamos a la fase “Princesa Diana”: 

Hacelo de manera olímpica. Encargate de que cada palabra me llegue hasta la médula. Pinchame con tus palabras como si fuesen un alfiler y yo fuese un Tamagochi al que querés reiniciar. No me saques la mirada de encima. El orden de estas pautas en tu discurso va a ser lo de menos, hay que improvisar un poco. Compará mi olor con un sabor y mi sabor con una textura. Destacame naturalezas que tenga tan, pero tan escondidas de los civiles que llegue a dudar de si alguna vez te las mostré o si tenés telepatía. Comparame con un autor no tan conocido, para que yo no llegue a dudar de tu inteligencia al existir y justifique tu inteligencia al fracturarme. Humillame bajo la atmósfera, decime te amo. Tomate un respiro y chequea si sigo ahí mentalmente (Supongo que si físicamente no me hayo en ese lugar te habrás percatado). Si me fui en cualquiera de sus formas, lo siento, pero perdiste, ahora bien si sigo presente, en tiempo y forma, después de tomarte una respiración honda, podés seguir lesionándome. 

Fase Juana de Arco: Ahora voy a querer que las luces me hagan sentir que estoy en una pecera de cosmos, no tengo otra manera de explicarlo pero confío en que me vas a entender. Nombrame a otro u otra para que todo lo especial que me hiciste sentir en la fase anterior vaya en caída libre hasta hacerme sentir la más vulgar de todas. Activame el hemisferio derecho. Haceme dudar de todas las cosas en las que tengo seguridad. Decime que los extraterrestres no existen. Ofreceme un pedazo de torta. Sacá de un lugar inimaginable una tacita y haceme un té con miel y limón. Si ya estoy llorando ofréceme una servilleta que tenga un poquito de chocotorta, me va a hacer reir y todo va a ser más dolorosamente poético, más dolorosamente patético.

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