viernes, 4 de mayo de 2018

PT

Este es un espacio de publicidad del Planeta Tierra. Tenemos cosas lindas y exóticas como las toxinas, lana de oveja y dientes.
Conocé este bello planeta.

Al final de este relato todos terminan desnudos.

En la fiesta de la cosecha de los músculos, todos los artistas terminaban auxiliando a las mujeres que se desmayaban por los humos de colores, eran unos humos que atacaban al cromosoma X o Y quién carajo sabe. Al fondo tres wachos albinos hermanados miran, a través de sus anteojos que filtran los rayos de sus ojos rojos, miran, miran y señalan a dos nenitos sordos que se comunican entre ellos. A su vez ellos se burlan de los huérfanos albinos.
  En esa fiesta, la de la cosecha de los músculos. Todo el conurbano de esa urbe asistían chochos de contentos.
 Octubre llega corriendo, chivado, sediento, chinchudo. Sube las escaleras del escenario montado abajo de los farolillos de colores. Carraspea la garganta toca dos veces el micrófono de pie. Saca un bollito arrugado de papel glasé. Y así, súper tranquilo entre los balbuceos albinos, las desmayadas y los instrumentos que se desafinaban por el frío lee lo que en ese papelito está impreso. Mal impreso.  Y lee como si fuese una consigna política. Sin haberlo dicho los que estaban ahí jurarían que dijo "compañeros" las que estaban desmayadas escucharon mejor y saben que eso no pasó.
  Octubre proclama la fecha, hora y lugar de la próxima inacción extraterrestre.

El señor Tom.

Tom Waits, entra en mi cuarto, que en realidad es el living. Camina sin apuro, tampoco hay tanto espacio como para correr. Tiene un piloto que chorrea agua y me arruina el plastificado que no pienso secar. Está el señor Tom Waits en la sala.
Me tranza son permiso y me tiñe el corazón de tinta de calamar o algo parecido porque quedó oscuro, precioso.
El señor Tom Waits se retira del honorable living-cuarto.