domingo, 30 de abril de 2017

De peleas ni patadas

    No tenía ganas de peleas ni patadas, me duele el ciático. Una nena albina con torso de jaula de mármol rosa toca el timbre de mi casa y entra por el proscenio eléctrico sin pedir permiso. ¿Tiene algún pajarito para dar? Excusa. La echo a patadas en el culo. Demasiado tarde. Ya me llenó de abanicos chinos la cocina.  En el forcejeo me arranca las pestañas postizas. No tenía ganas de peleas ni patadas, me duele el ciático. Tuve que juntar todos los abanicos igual. FUE UNA DESGRACIA CON SUERTE me grita la vieja de enfrente. Claro, ayer con el pretexto de querer coger con la luna derribé el techo de mi casa a martillazos y la vecina me espía sin necesidad de meter el ojo por el cerrojo. Ahora sus abanicos son mi techo. Y yo espero cazar algún pajarito porque no quiero que se conforme con un murciélago rabioso. 
Para poder darle gracias la próxima vez que toque el timbre.

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